domingo, 27 de mayo de 2012

Eurovisión

Ayer estuve viendo durante un rato el festival de Eurovisión. Casualmente puse la tele cuando iba  a salir España y lo dejé de fondo hasta que se acabaron las votaciones y fui feliz porque no habíamos hecho el ridículo como en otra piara de ocasiones.

Es un festival que no me convence porque la música que sale no me llega demasiado, las actuaciones me parecen artificiales y las puntuaciones son exageradamente injustas (¿cómo sabemos que nosotros siempre le damos muchos puntos a Rumanía y que Portugal y Andorra son nuestra salvación?, ¿Por qué los griegos y los chipriotas se votan entre sí?).

Incluso teniendo en cuenta todo eso y que sin lugar a dudas el mundo gay es uno de los motores de este festival (no es una crítica, sino la explicación de por qué esa estética no me convence), hace que todos estemos pegados al televisor para escuchar el clásico "guayominí, de points". No sé si se trata de la costumbre o de que el sistema de votación, pese a ser injusto, nos hipnotice.

De las pocas ediciones que me tragué casi enteros fue la del famoso Chiki-chiki (que os dejo ahí abajo).

Desde el punto de vista técnico creo que España falló en la puesta en escena y que Suecia tenía una gran canción. Me quedo con las abuelas rusas, que demuestran que lo sorprendente siempre triunfa en este tipo de festivales (porque ni mucho menos eran de las que mejor cantaban, pero se apuntaron a la fascinante lista de los superfrikis en eurovisión). Quizás sea ese friki que todos llevamos dentro el que logra que nos pongamos a ver este festival.

Reflexión del día: Me fascina cómo podemos pegarnos al televisor ante algo que no tiene fuerza, ni será un éxito... algo que simplemente nos recuerda nuestras costumbres (porque eso es lo que creo que nos arremolina junto al televisor en Eurovisión, la costumbre).

Cita del día: Al llegar a viejos las costumbres se vuelven tiranías.
Hoy os doy otra (un tuit propio para la ocasión): Eurovisión consigue que todos los europeos nos sintamos unidos en un sólo sentimiento: la vergüenza ajena. (@elbaronrojo)



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