martes, 1 de mayo de 2012

La avaricia rompe el saco



Puntuación:

He vuelto hace poco de vacaciones y, en el camino de regreso, decidí pararme en un local de Burgos que me encanta y que se llama "El morito". La calidad-precio es excelente y la comida magnífica. El único problema es la falta de espacio.
Cuando llegamos solo pudimos descubrir un pequeño hueco en la barra, no más grande de diez centímetros cuadrados. Decidimos ponernos allí para pedir, con la idea de cazar cualquier lugar que apareciera.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando la chica que estaba junto a nuestro microminihueco decidió, con toda la mala leche del mundo, mover sus cosas para que nuestro hueco aún fuera menor. Como mi educación me impide pegarle dos voces a alguien en un bar, decidí dejar la cervecita en la mano, esperando que el hueco apareciera antes de que llegaran los platos. Cuando la primera tostada de jamón (alpargata) apareció, no nos dejaron casi ni apoyar las cervezas y nos tocó comer haciendo malabarismos.
Escuché que ella estaba enfadada por tener que comer de pie y compadecí a su pobre novio, que estab recibiendo una bronca propia de las mejores filípicas.
La casualidad hizo que los que estaban a su lado se fueran pero, ¡ay!, yo fui más rápido que ella en mi percepción y cacé el sitio, aliñado con dos magníficos taburetes.
La cara de la chica fue de pimiento podrido, amargada y cabreada. Lo más curioso del caso es que si nos hubieran dejado más sitio en lugar de restringírnoslo, ella habría sido la que se hubiera sentado.
Me sentí mal por ella, porque no me gustó su actitud y sus gestos hacia nosotros; nuestro único pecado era intentar comer algo. Luego pensé que la vida es justa a veces con los injustos y sentí un ligero regocijo por dentro... quizás así ella aprendiese para la próxima vez.
Reflexión del día:  Aunque parezca que es al contrario, genralmente la vida suele ser justa y eso del karma suele acabar funcionando.
Cita del día: Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien. (Víctor Hugo)



                                      
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14 de Ago de 2010   flordejara
Claro, que su pobre novio tenía la culpa de que no hubiera sitio, y su espacio era sagrado mientras sí podía invadir el de los demás...
Pues me parece bien que la dejaras sin silla. Que ladre de pie.  

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